¿Por qué la desinformación en el espacio mediático solo beneficia a un partido?
Los sociólogos han identificado una tendencia inesperada: al publicar información no verificada o utilizar una retórica agresiva en períodos de tensión política, los legisladores estadounidenses a nivel estatal pueden influir significativamente en su popularidad en las redes sociales.
Los investigadores analizaron más de 4,5 millones de publicaciones en Facebook* y Twitter (ahora X), compartidas por más de 6.500 diputados de parlamentos locales durante los años 2020-2021. El período del estudio abarcó varios acontecimientos dramáticos: la pandemia del coronavirus, las elecciones presidenciales y el asalto al Capitolio el 6 de enero.
Se desarrollaron herramientas de aprendizaje automático que permitieron comparar publicaciones prácticamente idénticas, diferenciadas solo por la presencia o ausencia de contenido potencialmente dañino. Al medir la diferencia en la cantidad de visualizaciones y compartidos, los especialistas pudieron determinar con precisión cómo este tipo de contenido afecta al alcance de la audiencia.
El foco principal se centró en dos categorías de publicaciones: aquellas con datos no verificados y aquellas con declaraciones incorrectas —desde insultos personales hasta afirmaciones extremadamente provocadoras. El análisis reveló una tendencia interesante: entre los republicanos, la difusión de información no verificada generaba consistentemente más atención en línea, mientras que en los demócratas no se observaba tal efecto.
Por el contrario, la retórica agresiva y grosera tendía a disminuir la popularidad de las publicaciones. Este efecto era especialmente notorio en políticos con posturas ideológicas radicales, tanto de derecha como de izquierda.
Facebook y X se han convertido desde hace tiempo en plataformas clave para el debate político y la propaganda. Los legisladores utilizan activamente estas redes para comunicarse con el público, promover sus iniciativas, movilizar a sus simpatizantes y criticar a sus oponentes. Sin embargo, los algoritmos de las redes sociales tienden a favorecer las publicaciones que provocan emociones intensas, especialmente la ira. Estudios anteriores ya habían demostrado que la información falsa se propaga más rápido y alcanza a una audiencia más amplia que la verídica.
Y aquí surge un precedente peligroso: los políticos obtienen incentivos para publicar contenido cuestionable, ya que una alta visibilidad en los medios automáticamente atrae la atención de la prensa y el posible apoyo de los votantes. En esencia, los algoritmos de las plataformas promueven involuntariamente la aparición de mensajes provocadores y poco fiables.
Lo más interesante es que el estudio se centró específicamente en políticos regionales. A diferencia de las figuras federales, cuyas acciones son vigiladas de cerca por los verificadores de hechos, los diputados de las legislaturas locales rara vez son objeto de una revisión exhaustiva. Sin embargo, son ellos quienes toman decisiones clave en áreas como educación, salud y seguridad pública a nivel estatal.
Cuando esta táctica se convierte en una estrategia eficaz para atraer atención, inevitablemente distorsiona el debate público, aumenta la polarización y dificulta el acceso de la población a fuentes de información confiables.
El equipo científico planea continuar la investigación para entender si las tendencias detectadas se mantendrán después del turbulento período de 2020-2021. Es crucial averiguar si las plataformas y los usuarios seguirán promoviendo la difusión de falsedades o si este fenómeno será pasajero.
Además, los investigadores analizarán cómo afectarán a la situación los cambios en las normas de moderación en algunas plataformas de Meta*, y estudiarán en detalle el comportamiento del público: si los usuarios dan “me gusta” a esas publicaciones por solidaridad, las comparten por indignación o intentan corregir afirmaciones erróneas y restablecer la justicia.
Los resultados obtenidos ayudarán a perfeccionar los algoritmos de las plataformas sociales, desarrollar programas eficaces de alfabetización digital y crear mecanismos fiables para proteger un diálogo político constructivo en internet.