¿Nuestra mente se encierra a sí misma en una prisión intelectual?
Especialistas de la Universidad de Tokio lograron por primera vez rastrear en detalle cómo surgen los momentos de inspiración repentina en el cerebro humano.
La historia de la ciencia está llena de grandes descubrimientos realizados, podríamos decir, gracias al azar: desde la famosa manzana de Newton hasta la tabla periódica soñada por Mendeléyev. En su intento por descifrar este fenómeno, los psicólogos han estudiado durante décadas el llamado “efecto ajá” o efecto eureka —ese momento en el que, tras múltiples intentos fallidos, la solución parece surgir espontáneamente en la mente. Sin embargo, hasta ahora, la dinámica de este proceso había sido prácticamente inasible.
Los autores del nuevo estudio —Zenas Chao, Feng-Yan Xie y Chien-Te Wu— se centraron en el análisis del “insight” como mecanismo clave de la actividad cognitiva. Desarrollaron una metodología especial basada en la versión japonesa del Test de Asociaciones Remotas (RAT), una prueba creada por psicólogos en los años 60 y considerada una de las herramientas más fiables para medir el pensamiento creativo. En su versión clásica, se presentan tres palabras al participante, quien debe encontrar una cuarta relacionada con todas ellas. Por ejemplo, ante “azul”, “pastel” y “algodón”, una posible respuesta sería “cielo”.
En esta versión del experimento, a 105 voluntarios se les pidió encontrar conexiones semánticas entre tres ideogramas kanji. Lo particular de estos símbolos logográficos es que cada uno puede tener múltiples significados y lecturas, lo que hace que encontrar asociaciones requiera enfoques poco convencionales.
El estudio se dividió en dos etapas. En la primera, los científicos examinaron el fenómeno de la fijación funcional —un estado en el que el cerebro queda atrapado en patrones cognitivos habituales. Se trata de algo muy común: a veces nos obcecamos tanto en una forma de resolver un problema que dejamos de ver otras rutas, incluso las más obvias.
Durante la segunda fase del experimento, los voluntarios mantuvieron un detallado “diario de pensamientos”, registrando cada idea sin excepción. Paralelamente, el equipo de investigación creó un modelo informático complejo que simulaba cómo el cerebro navega por el vasto espacio semántico del idioma japonés. El modelo permitió visualizar cómo se realiza la búsqueda de conexiones entre conceptos.
El análisis de los datos condujo a un descubrimiento inesperado: el momento de inspiración llega cuando la mente comienza a realizar “saltos” más lejanos dentro del espacio de posibles soluciones. En otras palabras, en lugar de buscar las llaves solo bajo la farola, el cerebro decide explorar los rincones oscuros. Al ampliar la zona de búsqueda, se multiplican las opciones consideradas, lo que aumenta drásticamente la probabilidad de encontrar la respuesta correcta.
La simulación informática confirmó brillantemente esta hipótesis. La inteligencia artificial, al igual que el ser humano, solo alcanzaba el éxito cuando se le permitía explorar un espectro más amplio de asociaciones semánticas, y no se limitaba a conexiones evidentes de primer orden.
Los científicos lograron literalmente capturar el momento en que la mente rompe el muro del pensamiento estereotipado y da un salto cualitativo hacia una nueva comprensión del problema.
Los enfoques experimentales y modelos desarrollados por el equipo pueden aplicarse a todo tipo de actividad intelectual: desde la resolución de problemas matemáticos hasta la creación de obras de arte. Y la ampliación de estas investigaciones podría conducir a descubrimientos revolucionarios en el campo de la psicología cognitiva —y quizá ayudarnos a todos a comprender mejor cómo superar bloqueos creativos o incluso crisis personales.