El amigo se conoce por... el olor: nuestra nariz elige inconscientemente con quién queremos relacionarnos

El amigo se conoce por... el olor: nuestra nariz elige inconscientemente con quién queremos relacionarnos

Los científicos revelan el código aromático de las relaciones humanas.

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Psicólogos de la Universidad de Cornell han revelado un papel inesperado del olfato en la formación de las relaciones amistosas. Resulta que las personas son capaces de detectar a un potencial amigo con la nariz, y lo hacen de forma inconsciente, confiando en el olfato tanto como en la vista o el oído.

Un equipo de investigadores dirigido por Vivian Zayas, profesora de psicología en el College of Arts and Sciences de la Universidad de Cornell, organizó un experimento inusual. Participaron mujeres heterosexuales, que debían participar en una serie de encuentros de "speed-friending" —charlas rápidas de cuatro minutos en mesa. Cada participante debía hablar con diez posibles nuevas amigas. Pero antes de las reuniones presenciales, se realizaron varias etapas de familiarización previa.

El experimento comenzó con una sesión de orientación presencial, durante la cual se tomaron fotografías de retrato de todas las participantes. Luego, a cada una se le entregó una camiseta con la instrucción de usarla durante aproximadamente 12 horas realizando actividades cotidianas. Con el tiempo, la prenda acumulaba el olor personal de cada persona —no solo el aroma corporal natural, sino una mezcla única que reflejaba su estilo de vida. Incluía trazas del detergente utilizado, animales domésticos, comidas favoritas y otros elementos del día a día. Los investigadores llamaron a este fenómeno "olor diplomático": una especie de tarjeta de presentación olfativa.

En el momento que les resultara conveniente, las participantes completaban una prueba en línea donde evaluaban las fotos de las demás. Cada retrato se mostraba solo durante una décima de segundo —un tiempo tan breve que apenas alcanzaba para que el cerebro procesara la imagen. Después, las mujeres debían indicar si les gustaría entablar amistad con la persona retratada.

En la siguiente fase, se les ofrecía oler las camisetas que habían usado otras participantes. No sabían a quién pertenecía cada prenda, pero debían elegir una de tres opciones: les gustaría conocer a la propietaria, podrían ser amigas con ella, o preferirían evitarla en el futuro.

Solo después de todas las etapas previas comenzaron los encuentros personales. En una sala ruidosa llena del olor a cerveza y palomitas, las mujeres conversaban durante cuatro minutos. Inmediatamente después de cada conversación, evaluaban nuevamente cuánto les había agradado la interlocutora y si veían potencial para una amistad.

En la etapa final del experimento, las participantes volvieron a oler las camisetas de sus posibles nuevas amigas. Los resultados sorprendieron a los investigadores por su coherencia: las simpatías y antipatías iniciales basadas únicamente en el olor coincidían casi por completo con las impresiones tras el encuentro en persona.

Además, se descubrió una peculiaridad interesante: no hubo ninguna camiseta con un olor universalmente atractivo o repulsivo. Cada participante mostraba un patrón único de preferencias. Por ejemplo, si una mujer clasificaba los olores en orden A-B-C, reproducía exactamente la misma clasificación después de hablar con las dueñas de esas camisetas.

También surgieron otras correlaciones interesantes. Una mirada fugaz a la fotografía de una desconocida influía de algún modo en la percepción posterior de su olor: una cara simpática solía anticipar una reacción positiva ante el aroma de la camiseta. A su vez, una breve conversación podía modificar por completo la actitud hacia el olor de la interlocutora —para bien o para mal.

La explicación de estos fenómenos radica en las particularidades del cerebro humano. Las señales olfativas se procesan en estructuras antiguas del sistema límbico, estrechamente vinculadas con las emociones y la formación de recuerdos. A diferencia de otros sentidos, el olfato está conectado directamente con los centros de memoria emocional, sin pasar por el análisis consciente. Por eso los olores pueden evocar recuerdos vívidos y reacciones emocionales instantáneas, incluso sin que la persona se dé cuenta.

La mayoría de estudios anteriores se centraban en el papel del olfato en la atracción romántica, donde este sentido ayuda a identificar parejas genéticamente compatibles. El nuevo estudio demuestra por primera vez que los mismos mecanismos actúan en la formación de amistades, permitiendo que las personas encuentren intuitivamente a los compañeros sociales más adecuados.

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