La crónica bélica de Australia: científicos miden el poder de las armas aborígenes

La crónica bélica de Australia: científicos miden el poder de las armas aborígenes

¿Cuáles son los secretos de los golpes mortales del kodj y el leangle?

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Científicos australianos han revelado por primera vez los secretos de dos antiguas armas de guerra aborígenes que durante siglos infundieron terror en sus enemigos. Investigadores de la Universidad de Griffith llevaron a cabo un experimento único para comprender la biomecánica de los golpes mortales del kodj y el leangle.

El kodj es un arma híbrida que combina las funciones de un martillo, un hacha y una herramienta de perforación. Su diseño, desarrollado por los indígenas australianos hace miles de años, ha llegado prácticamente intacto hasta nuestros días. El leangle, por su parte, es una maza de guerra con una característica punta en forma de gancho, utilizada junto con un escudo protector. Ambos objetos se tallaban tradicionalmente en maderas duras.

El estudio contó con la colaboración de representantes de los pueblos originarios. Larry Blight, perteneciente a la etnia menang noongar de Australia Occidental, fabricó un kodj siguiendo las técnicas antiguas: el mango fue hecho de acacia y la hoja de piedra afilada. Los artesanos Brendan Kennedy y Trevor Kirby del pueblo wadi wadi crearon el leangle y un escudo parador con madera dura.

Los científicos equiparon a los participantes del experimento con sensores portátiles que registraron los movimientos de hombros, codos y muñecas durante los golpes. Este enfoque permitió analizar en detalle cómo el cuerpo humano coordina sus acciones al manejar estas armas y cuánta energía se utiliza en cada golpe.

El leangle demostró ser significativamente más efectivo para propinar golpes devastadores en comparación con el kodj. Sin embargo, el kodj resultó ser una herramienta más versátil y fácil de manejar, aunque también era capaz de causar daños graves.

Según Laura Diamond, coautora del estudio, nadie antes había examinado la efectividad de armas manuales desde la perspectiva de la biomecánica. "Aunque la construcción del arma es fundamental para su eficacia, es la persona quien debe convertir el golpe en algo mortal", subrayó.

Los datos obtenidos han ayudado a arrojar luz sobre los hallazgos arqueológicos que muestran evidencia de violencia interpersonal en la antigua Australia. Numerosos restos humanos presentan marcas características: abolladuras en los cráneos y las llamadas "fracturas paradoras" en los huesos del antebrazo sobre la muñeca. Estas heridas corresponden exactamente a los daños que podrían haberse sufrido al defenderse de los tipos de armas estudiados. Los arqueólogos habían sospechado durante mucho tiempo que existía una relación entre los restos encontrados y las prácticas bélicas de los aborígenes, y ahora esta hipótesis ha recibido confirmación oficial.

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