¿Está vivo eso? — Todo sobre Hebocon, el festival donde los robots compiten por ser lo más inútiles posible

¿Está vivo eso? — Todo sobre Hebocon, el festival donde los robots compiten por ser lo más inútiles posible

¿Qué pasa cuando ingenieros con honores fingen que nunca han visto un destornillador?

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En Japón, un concurso de robots poco común está ganando popularidad. Su objetivo: perder... pero con estilo. Hebocon, conocido como “el campeonato de robots para inútiles”, da un giro completo a la idea tradicional de las competencias tecnológicas.

En contraste con los reconocidos logros japoneses en robótica de alta precisión, Hebocon se distingue por su filosofía única: aquí se celebran los mecanismos torpes, hechos con manos inexpertas. El nombre del torneo proviene de la palabra japonesa heboi, que describe algo tan defectuoso que provoca risa.

El creador del evento, Daiju Ishikawa, quiso dar voz a quienes no tienen formación técnica pero sí un fuerte deseo de crear. Paradójicamente, los ingenieros experimentados también pueden participar, siempre y cuando “olviden” todo lo que saben.

En junio de 2025, Tokio acogerá la undécima edición del torneo, que seguirá explorando “el lado oscuro de Japón como potencia tecnológica”. Los organizadores lo dicen con orgullo: si tu robot da pena... estás en el lugar correcto.

Curiosamente, los ganadores suelen ser mal recibidos por el público. La razón es sencilla: sus robots funcionan demasiado bien. No se caen, no pierden piezas… lo cual atenta contra el espíritu del festival. El verdadero honor es ganar el premio al “menor dominio técnico” o al “robot más hebo”, decidido por votación popular.

Eso sí, hay una regla clave: está prohibido perder a propósito. Según Ishikawa, la verdadera esencia de lo heboi surge del intento genuino de ganar, seguido de una derrota honestamente ridícula.

A lo largo de los años, el público ha presenciado un verdadero desfile de fracasos memorables: un robot que escupe cartas con desgano, un dinosaurio de plástico montado sobre un motor vibrador, y una máquina que colapsa bajo su propio peso un segundo después de iniciar el combate.

La mayoría de las batallas duran apenas unos instantes y son puro caos. Los robots giran sin rumbo, se tambalean o simplemente no se mueven, para el deleite de los espectadores. La ineptitud técnica se ha convertido aquí en una forma de arte.

Los organizadores aceptan solicitudes hasta el 15 de mayo. El interés ha crecido tanto que tuvieron que introducir un sistema de lotería para seleccionar a los participantes, cuando antes bastaba con presentarse en el último momento.

Hebocon ya traspasó fronteras: se han organizado ediciones en Estados Unidos, España, Chequia y otros países.

Este festival es una respuesta directa al culto a la perfección tecnológica. Aquí no importa el resultado, sino el proceso de creación, por más torpe que sea. Cada participante demuestra que no hay que temer al fracaso: lo importante es atreverse a hacer algo.

En lugar de competencia feroz —risa colectiva. En lugar de grandes logros —asombro sincero de que algo funcione, aunque sea mal.

La tecnología no debería intimidar. Incluso el principiante más torpe tiene un lugar en este mundo, si es capaz de reírse de sus propios errores.

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