Cuando se rompe la comunicación se despiertan viejos conflictos.
Taiwán presentó cargos oficiales contra el capitán de un barco chino por dañar un cable submarino de comunicaciones frente a la costa de la isla. El buque Hong Tai 58, con bandera de Togo y una tripulación compuesta completamente por ciudadanos chinos, fue detenido por la guardia costera de Taiwán en febrero. La causa fue el presunto daño intencional al canal de telecomunicaciones entre la isla y el archipiélago de Penghu, situado entre China continental y Taiwán.
Según la investigación, la ruptura del cable fue causada por el ancla del barco, que fue bajada y arrastrada por el fondo marino. Este fue uno de casi una decena de incidentes con cables en los últimos años, pero es la primera vez que las autoridades han decidido iniciar un proceso penal. Se presentaron cargos contra el capitán del barco, de apellido Wang, quien, según la fiscalía de la ciudad de Tainan, se niega a dar explicaciones sobre los verdaderos propietarios del barco y se comporta de manera desafiante.
Los otros siete miembros de la tripulación, también ciudadanos chinos, no enfrentarán cargos penales: se planea su deportación de regreso a China. Wang tiene la intención de impugnar los cargos y sostiene su inocencia.
Aunque por el momento no hay pruebas directas de que las acciones de la tripulación fueran intencionales, las autoridades taiwanesas no descartan la posibilidad de que el daño al cable haya sido parte de un acto de sabotaje deliberado en el marco de la llamada guerra híbrida. Funcionarios taiwaneses afirman regularmente que existe una influencia encubierta y sabotaje por parte de Pekín, incluyendo ciberataques y propaganda.
En el contexto de crecientes tensiones en el estrecho de Taiwán, donde China realiza regularmente ejercicios militares, cada situación de este tipo adquiere una especial relevancia. Desde el final de la guerra civil en China en 1949, Taiwán se mantiene como un territorio autónomo. Tras su transición de una dictadura militar a una democracia plena, la isla se ha convertido en uno de los principales productores mundiales de semiconductores avanzados y en un objeto estratégico clave a nivel global.
China ha declarado durante décadas su intención de una "reunificación" con Taiwán, y ha acompañado esas declaraciones no solo con retórica, sino también con acciones concretas: desde demostraciones de fuerza militar hasta interferencias cibernéticas y, según algunos sospechan, sabotaje encubierto a nivel de infraestructura.