El mayor isla del mundo: un verdadero tesoro para las superpotencias.
Donald Trump volvió a acaparar la atención mundial al declarar su interés en obtener control sobre Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca. Los politólogos intentan desentrañar qué motiva el persistente interés del expresidente estadounidense en la mayor isla del planeta.
A primera vista, la idea puede parecer excéntrica, pero está basada en un cálculo pragmático. Bajo el inmenso manto de hielo de Groenlandia, superado en tamaño solo por el de la Antártida, se esconden riquezas naturales. En su gruesa capa helada, los científicos han encontrado cañones antiguos, restos fosilizados de plantas prehistóricas e incluso huellas humanas. En el noroeste de la isla aún permanecen las ruinas de una base militar estadounidense abandonada.
Para muchos, Groenlandia resulta atractiva por sus ricos depósitos minerales de composición única. Investigaciones realizadas en 2023 revelaron que la isla contiene 25 de los 34 recursos considerados críticos por la Comisión Europea. Entre ellos no solo se encuentran el oro y la plata, sino también metales clave para fabricar baterías modernas, como cobalto, cobre, níquel y litio.
Además de metales, en las profundidades heladas se han hallado piedras preciosas. Especialistas del Instituto de Recursos Naturales local confirmaron la existencia de yacimientos de olivino y rubíes. La enorme variedad de recursos minerales convierte a la isla en un destino aún más atractivo para los inversores.
Las petroleras estadounidenses y europeas, como Shell, Chevron y ExxonMobil, iniciaron la exploración de hidrocarburos en la región en los años 70. Aunque los estudios no arrojaron resultados significativos, el Servicio Geológico de Estados Unidos estima que en la cuenca de Rift de Groenlandia Oriental podrían encontrarse hasta 31.4 mil millones de barriles de petróleo. En 2021, las autoridades prohibieron su búsqueda y extracción debido al impacto ambiental, pero la mera posibilidad de estos vastos depósitos sigue atrayendo la atención de las potencias mundiales.
El cambio climático ha aumentado la importancia de Groenlandia en la política global. A medida que los hielos árticos se derriten, se abren nuevas rutas marítimas, incluido el Paso del Noroeste. Quien controle estos caminos obtendrá ventajas en el comercio internacional.
Estados Unidos, Rusia y China compiten por la influencia en el Ártico, lo que realza aún más el papel estratégico de Groenlandia. Países con territorios dentro del círculo polar ártico, como Canadá, Dinamarca y Noruega, observan con recelo cómo Moscú y Pekín expanden su presencia en la región.
Actualmente, Estados Unidos solo posee Alaska en el Ártico, y Trump ha dejado claro que su país busca reforzar su posición. Sin embargo, estos planes podrían deteriorar las relaciones no solo con los aliados europeos, sino también con los habitantes de Groenlandia, quienes aspiran a independizarse de Dinamarca.
En realidad, Estados Unidos lleva siglos fijándose en esta región polar. Tras comprar Alaska a Rusia en 1868, el secretario de Estado estadounidense William Seward sugirió considerar seriamente la adquisición de Islandia y Groenlandia. En 1946, el equipo del presidente Truman ofreció 100 millones de dólares a Dinamarca por la isla, argumentando su utilidad estratégica para fines militares.
No obstante, todos los intentos de obtener esta codiciada tierra han chocado con la firme postura de las autoridades locales. El primer ministro groenlandés, Múte Bourup Egede, respondió de manera contundente a las recientes declaraciones de Trump: "Groenlandia nos pertenece. No estamos en venta y nunca lo estaremos".