De la libertad de expresión a la dictadura de los "me gusta": ¿qué está mal con los algoritmos de personalización?

De la libertad de expresión a la dictadura de los "me gusta": ¿qué está mal con los algoritmos de personalización?

Hace 15 años, el producto estrella de Facebook cambió para siempre el rostro de las redes sociales.

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Las redes sociales celebran el 15.º aniversario de los algoritmos de personalización de contenido, que han transformado radicalmente nuestra interacción en internet. Los mecanismos, introducidos por primera vez por Facebook* en 2009, hoy en día provocan intensos debates sobre la libertad de expresión y la regulación del espacio en línea.

En el último año, los gobiernos de todo el mundo han tomado varias medidas para limitar la difusión de contenido perjudicial y desinformación en las redes sociales. Por ejemplo, las autoridades de Brasil bloquearon temporalmente la plataforma X (antes Twitter), hasta que esta accedió a designar un representante legal en el país y a bloquear varias cuentas acusadas de socavar la legitimidad de las últimas elecciones.

La Unión Europea introdujo nuevas reglas que amenazan a las empresas tecnológicas con multas de hasta el 6% de sus ingresos y la suspensión de actividades si no logran prevenir la interferencia en las elecciones en sus plataformas. En el Reino Unido, una nueva ley de seguridad en internet busca obligar a las redes sociales a endurecer la moderación de contenido.

En Estados Unidos se está considerando un proyecto de ley que podría llevar a la prohibición de TikTok si la aplicación no es vendida por su empresa matriz china. Estos acontecimientos han desatado un debate sobre la limitación de la libertad de expresión y la interferencia en los principios fundacionales de internet.

Ya en 1996, el poeta y ganadero estadounidense John Perry Barlow, en su ensayo publicado en 500 sitios web, exhortaba a los gobiernos a dejar el ciberespacio en paz y declaraba que no tenían soberanía sobre este nuevo "espacio de la mente".

Adam Candeub, profesor de derecho y exasesor del presidente Trump, también considera que las redes sociales son una herramienta de "polarización", pero se opone a que se conviertan en un instrumento de control social y político. Cree que el mejor enfoque es crear un mercado de ideas y abrirse a diferentes puntos de vista.

Sin embargo, la idea del "mercado de ideas" en las redes sociales se enfrenta al problema de los algoritmos, que determinan lo que ven millones de usuarios al iniciar sesión. Los expertos afirman que la personalización ha socavado el libre intercambio de ideas que presenciamos en los primeros días de internet.

Facebook, uno de los pioneros en algoritmos de recomendación para redes sociales, lanzó hace 15 años un sistema que clasifica las publicaciones en función de los datos del usuario. Como resultado, los temas polémicos y controvertidos comenzaron a aparecer con más frecuencia, ya que estos generaban mayor respuesta en la audiencia.

Según los críticos, las redes sociales ya no son espacios libres y abiertos para el debate público. En su lugar, distorsionan y dramatizan la opinión pública, amplificando las divisiones y silenciando a las voces mayoritarias.

Theo Bertram, exvicepresidente de políticas públicas de TikTok, subraya que los sistemas de recomendación no bloquean directamente el contenido, pero las reglas de la comunidad limitan la libertad de expresión de acuerdo con lo que la propia plataforma considera aceptable.

Los expertos llaman a nuestra época la "sociedad algorítmica". En ella, las plataformas sociales y los motores de búsqueda controlan el discurso de manera similar a como lo hacían antes los Estados nacionales. El profesor Jack Balkin de la Universidad de Yale cree que las garantías clásicas de libertad de expresión, consagradas en la constitución de Estados Unidos, ya no pueden asegurar que las personas sean realmente escuchadas.

Nuevas plataformas para blogs, como Bluesky, intentan devolver a los usuarios el control sobre el algoritmo de visualización de contenido y revivir los feeds cronológicos, creyendo que esto proporcionará una experiencia menos mediada.

Frances Haugen, la denunciante de Facebook, aboga por una clasificación cronológica para que "las computadoras no decidan en qué nos centramos". Sin embargo, el profesor Narayanan advierte que los feeds cronológicos tampoco son ideales: el contenido popular se vuelve aún más popular, y algunos grupos de usuarios obtienen una influencia desproporcionada.

El politólogo Francis Fukuyama propone una "tercera vía". Cree que se debe desarrollar un software especial que actúe como intermediario entre los usuarios y las redes sociales. Esto permitiría a las personas tener más control sobre el contenido que ven, y los servicios independientes podrían ofrecer sus propias versiones de filtrado de información, alternativas a los algoritmos integrados de las plataformas.

A pesar de todas las complicaciones, hay indicios de que el futuro de los algoritmos de redes sociales podría estar en manos de los propios usuarios, en lugar de en las de grandes empresas tecnológicas o políticos. Una reciente encuesta de Gartner mostró que las personas están recurriendo cada vez más a chats grupales cerrados, donde interactúan solo con amigos y familiares cercanos, abandonando las publicaciones públicas en redes sociales.

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