Los científicos idearon una nueva forma de prever la demencia años antes de los primeros síntomas.
La comunidad científica lleva tiempo observando la relación entre la capacidad de distinguir olores y el estado de las funciones cognitivas en edades avanzadas. Ahora, especialistas de la Universidad Fudan de China han dado un importante paso para comprender este fenómeno, al descubrir el papel inesperado de la microbiota nasal en el desarrollo de trastornos cognitivos. Su trabajo, publicado en la revista Translational Psychiatry, podría ayudar en el diagnóstico temprano de la demencia y otros cambios relacionados con la actividad cerebral en la vejez.
El problema del deterioro cognitivo asociado a la edad cobra cada vez mayor relevancia: según las previsiones de los expertos, el número de personas diagnosticadas con demencia podría aumentar de 55 millones en 2019 a 139 millones en 2050. En este contexto, resulta crítico encontrar marcadores fiables que permitan detectar a tiempo los primeros signos de alteraciones y comenzar el tratamiento oportunamente.
Hasta hace poco, no estaba claro si los problemas olfativos eran una causa directa del deterioro intelectual o si ambos fenómenos eran consecuencia de procesos comunes y cambios neurodegenerativos. Para abordar esta cuestión, los científicos chinos organizaron un amplio estudio capaz de arrojar luz sobre los mecanismos de interacción entre los distintos sistemas del organismo.
En el experimento participaron 510 voluntarios de edad avanzada, con una media de 77,9 años. Para evaluar de forma integral su estado, se aplicaron tres métodos distintos. La capacidad de percibir aromas se examinó mediante una prueba estándar china de reconocimiento de olores —un conjunto especial de sustancias diseñado para evaluar la precisión y agudeza del olfato—. Las funciones intelectuales se midieron utilizando la escala internacional MMSE (Mini-Mental State Examination), una serie de 30 tareas que detectan alteraciones de la memoria, la atención, y la orientación temporal y espacial. Además, se empleó la versión actualizada de la escala de Hasegawa —un método japonés de diagnóstico de la demencia que incluye pruebas de memoria a corto plazo, capacidad de cálculo y razonamiento espacial.
La etapa más importante del trabajo fue el análisis de la composición bacteriana de la cavidad nasal mediante la secuenciación del gen 16S de ARN. Esto permitió construir perfiles detallados de los microorganismos de cada voluntario. Los resultados mostraron que las personas con hiposmia —pérdida parcial del olfato— presentaban una mayor diversidad microbiana en la nariz. Para confirmar la validez de este hallazgo, se realizó una verificación adicional en un nuevo grupo de participantes no incluidos en el experimento original, obteniendo resultados similares.
Los investigadores identificaron 18 géneros bacterianos relacionados con la percepción de los olores. Entre los pacientes con olfato debilitado, se encontraron con mayor frecuencia ocho tipos de microorganismos, incluidos Acidovorax y Morganella. Todavía no está claro si estas bacterias son la causa directa de los trastornos o simplemente un marcador de los cambios en el organismo. Sin embargo, su presencia resultó ser un indicador diagnóstico importante, dado que el sistema olfativo está estrechamente conectado con las áreas del cerebro responsables de la memoria y las funciones cognitivas.
Un análisis más detallado de los datos permitió crear un nuevo modelo de evaluación de riesgos: correlacionar los perfiles bacterianos con los resultados de las pruebas cognitivas mejoró significativamente la precisión para detectar signos tempranos de demencia en comparación con los enfoques tradicionales.
Curiosamente, las personas en cuya microbiota predominaba Corynebacterium tenían una probabilidad mucho menor de sufrir deterioros mentales moderados que aquellas donde dominaban Dolosigranulum o Moraxella. Qué significa exactamente esto y cómo aplicar estos datos en la práctica, aún está por descubrirse.
Como se mencionó, el estudio detallado de las características microbianas descubiertas podría contribuir al desarrollo de estrategias terapéuticas específicas, adaptadas a las particularidades individuales de los pacientes. Esperemos que estos avances se produzcan en un futuro próximo.