Un agujero del tamaño de un continente: la NASA piensa cómo reparar una brecha en la protección de la Tierra

Un agujero del tamaño de un continente: la NASA piensa cómo reparar una brecha en la protección de la Tierra

La anomalía amenaza a todos los satélites sobre el Atlántico.

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Una enorme "abolladura" en el escudo magnético de la Tierra genera una creciente preocupación entre los especialistas de la NASA. Esta zona de protección reducida, conocida como la Anomalía del Atlántico Sur (South Atlantic Anomaly, SAA), se extiende desde Sudamérica hasta el suroeste de África.

Para los habitantes del planeta, el fenómeno no representa peligro, pero crea serios problemas en la órbita. La Estación Espacial Internacional y los satélites que atraviesan esta zona corren el riesgo de encontrarse con un potente flujo de protones solares. En condiciones de protección debilitada, tales encuentros pueden causar fallos electrónicos e incluso daños irreversibles en el equipo.

Para proteger los sistemas, los operadores deben apagar componentes importantes antes de cada paso por la zona peligrosa. Sin embargo, incluso pequeñas interferencias pueden dañar elementos clave o provocar la pérdida de datos valiosos.

El escudo natural de nuestro planeta actúa como una gigantesca pantalla, que refleja la peligrosa radiación cósmica y las partículas cargadas provenientes del Sol. Esta protección invisible se extiende a decenas de miles de kilómetros en el espacio gracias al movimiento del metal fundido en las profundidades de la Tierra.

En el interior del planeta no hay un solo flujo, sino muchos flujos eléctricos, cada uno de los cuales genera su propio campo. Normalmente, estas corrientes se combinan y refuerzan entre sí, formando una barrera unificada. Sin embargo, en la región del Atlántico Sur surgió una zona con dirección opuesta, como si dentro de un imán potente hubiera aparecido otro, orientado al revés.

El origen de la anomalía fue localizado a unos 2900 kilómetros de profundidad bajo el continente africano. Allí se encuentra una gigantesca masa de rocas densas conocida como la Gran Provincia Africana de Baja Velocidad de Cizalla (Large Low Shear Velocity Province, LLSVP). Esta interfiere con el flujo de hierro fundido en el núcleo externo del planeta, donde se generan las corrientes eléctricas.

En 2016, un grupo dirigido por la heliogéofísica Ashley Greeley descubrió que la zona de protección debilitada se desplaza lentamente hacia el oeste a razón de varios grados por año. Esta información fue confirmada por una flotilla de pequeños satélites de investigación CubeSat, que monitorean continuamente la intensidad de las fluctuaciones electromagnéticas en la órbita baja. Para 2020, la situación dio un giro inesperado: en lugar de una sola área, se formaron dos "fosas" separadas: una sobre Sudamérica y otra sobre África.

Minerales antiguos revelaron una nueva historia: fluctuaciones similares en la estructura del escudo natural de la Tierra ya ocurrieron hace 11 millones de años. Este hallazgo tranquilizó a los investigadores que temían que el proceso observado actualmente pudiera anunciar un cambio global —la inversión de los polos del planeta—, fenómeno que efectivamente ha ocurrido en el pasado, pero que se desarrolló durante cientos de miles de años, permitiendo que la biosfera se adaptara.

En 2024 se descubrió otra peculiaridad: la ruptura en el campo protector influye en el comportamiento de las auroras polares, alterando las trayectorias de las partículas cargadas en la atmósfera superior y creando patrones de luz inusuales en el cielo nocturno.

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