Cuando la competencia se convierte en el motor de la vida.
En el sur de Florida, los científicos lograron observar la evolución en tiempo real gracias al encuentro fortuito de dos especies de lagartos caribeños. James Stroud, profesor adjunto de la Escuela de Ciencias Biológicas, estudiaba anolis marrones cubanos cuando, inesperadamente, apareció en la región una nueva especie: el anolis crestado puertorriqueño.
Los resultados del estudio ayudaron a resolver uno de los enigmas más fascinantes de la biología: cómo funciona la selección natural en el desplazamiento de características, cuando animales similares se adaptan a convivir en vecindad en las primeras etapas de su interacción. Hasta hace poco, solo se podían deducir los cambios en su comportamiento a partir de patrones formados hace muchos años.
Aunque los caminos evolutivos de estos dos pequeños lagartos marrones se separaron hace 40-60 millones de años en diferentes islas, externamente son casi idénticos y ocupan nichos ecológicos similares. El encuentro tuvo lugar en 2018 en el Jardín Botánico Tropical Fairchild, donde el anolis puertorriqueño se aventuró accidentalmente en el territorio de su pariente cubano.
Cuando dos especies emparentadas coinciden en el mismo lugar, comienzan a competir por alimentos y espacio vital. Para sobrevivir, desarrollan gradualmente características que les permiten compartir los recursos.
Los biólogos observaron detenidamente qué comían los lagartos, cómo se movían entre las plantas y el suelo del bosque, y dónde se ubicaban los clanes unos respecto a otros. Era especialmente importante medir la altura del percha, es decir, la distancia del suelo al lugar donde el lagarto se posa, ya que así es como estas especies suelen dividir su hábitat.
Se hizo evidente no solo cómo cambiaban sus hábitos y comportamientos al encontrarse, sino también cómo la selección natural en tiempo real influía en su desarrollo físico.
Durante varios años, se recopilaron datos de más de mil individuos. Los vecinos aprovecharon de manera diferente el espacio disponible: el anolis marrón cubano comenzó a bajar más al suelo, mientras que su pariente más grande prefirió vivir entre las plantas sobre el nivel del suelo.
Los anolis marrones cubanos que se asentaron en el suelo desarrollaron piernas más largas con el tiempo, lo que les facilitaba correr rápidamente en su nuevo territorio. En general, los lagartos de patas largas tenían más probabilidades de sobrevivir tras la llegada de sus competidores.
Los cambios físicos observados coincidieron con las características que previamente se habían encontrado en otras poblaciones de estas especies que convivieron durante largos periodos. Es notable que ambas especies no eran nativas del sur de Florida originalmente.
El estudio demostró cómo, a veces, la actividad humana crea condiciones naturales para experimentos cruciales que ayudan a entender las leyes fundamentales de la naturaleza. Incluso el traslado accidental de especies a nuevos lugares, aunque altera los ecosistemas naturales, ofrece una oportunidad única para la observación científica. En un momento en que el entorno está cambiando rápidamente, esto es especialmente importante en el contexto de los cambios climáticos.