Jihad de inundaciones: cómo la publicidad en Google alimenta las teorías de conspiración

Jihad de inundaciones: cómo la publicidad en Google alimenta las teorías de conspiración

Los verificadores de hechos explican por qué la cantidad de noticias falsas en la red sigue aumentando.

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En agosto de 2022, en el estado indio de Assam, fueron arrestados cuatro musulmanes acusados de provocar intencionalmente inundaciones devastadoras. Estos desastres naturales afectaron principalmente a la ciudad hindú de Silchar. En ese momento, comenzó a circular en las redes sociales una teoría de conspiración que sugería que los delincuentes habían llevado a cabo un verdadero jihad. A pesar de las acusaciones, la policía no pudo encontrar pruebas que respaldaran esta versión.

Poco después de los arrestos, la BBC y el medio de verificación de hechos indio Alt News realizaron investigaciones independientes. Los investigadores afirmaron que todas las acusaciones contra los musulmanes resultaron ser falsas. Sin embargo, algunos sitios web aún continúan publicando artículos que apoyan esta teoría conspirativa y, además, obtienen beneficios financieros mediante la publicidad.

A través del programa Google AdSense, los editores pueden ganar entre $10 y $20 por cada mil vistas de sus artículos. Esto plantea serias preguntas sobre la política contradictoria de Google, que, por un lado, afirma luchar contra la desinformación, mientras que por otro sigue obteniendo beneficios de la publicidad en páginas que contienen noticias falsas.

La organización Bellingcat analizó artículos publicados entre 2022 y 2024 que contenían 17 afirmaciones falsas previamente desmentidas. Estos materiales fueron verificados por organizaciones acreditadas de la Red Internacional de Verificación de Hechos (IFCN) y Alt News, y cumplían con la definición de "discurso de odio" según los estándares de Google.

Se identificaron 53 sitios web únicos, incluyendo 21 medios de comunicación, que publicaron 91 artículos que difundían información falsa. De estos, 44 sitios, muchos de los cuales son bien conocidos en el ámbito de la desinformación en India, ganaban activamente dinero con la publicidad a través de Google AdSense.

Sin embargo, es posible que esto sea solo la punta del iceberg, ya que la investigación solo cubrió materiales en inglés y una pequeña parte de los artículos en hindi. Es probable que la escala de la difusión de contenido falso y su monetización sea mucho mayor.

Representantes de Google afirman que la mayoría de los artículos con información falsa no violan sus políticas, y solo a aquellos editores que realmente infringen las normas se les retira el derecho a participar en campañas de marketing. Sin embargo, la empresa no proporcionó una lista de páginas bloqueadas a pesar de las solicitudes de Bellingcat.

En 2017, Google implementó una nueva política para eliminar la publicidad no del sitio completo, sino solamente de páginas individuales. Esto permite que los sitios infractores continúen ganando dinero con otros artículos, incluso si algunos de ellos son bloqueados. Por ejemplo, OpIndia, uno de los sitios de derecha más conocidos en India, continuó mostrando anuncios de Google, a pesar de que Bellingcat había señalado artículos con información falsa.

Otras compañías publicitarias, como Taboola e iZooto, también contribuyen a la difusión de contenido falso. Bellingcat descubrió su publicidad en el sitio Newstrack Live, que publicó afirmaciones falsas sobre la conexión de un manifestante musulmán con el grupo terrorista Al-Qaeda. Sin embargo, ni Taboola ni iZooto comentaron sobre la situación.

Aun así, Bellingcat logró captar la atención de algunas marcas cuyos anuncios fueron vistos junto a contenido que incitaba al odio. Por ejemplo, la empresa Temu retiró sus anuncios de varios sitios. Otras compañías, como Hiscox y Expedia, también bloquearon la publicidad en OpIndia después de que los investigadores se pusieran en contacto con ellas.

Aunque Google sostiene que los anunciantes pueden controlar dónde aparece su publicidad, en la práctica, esto resulta ser una tarea compleja. Los expertos consideran que la responsabilidad de financiar contenido de odio recae no solo en las plataformas publicitarias, sino también en las propias marcas.

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