557 páginas de pruebas: ¿son los científicos realmente responsables de millones de muertes por COVID-19?

557 páginas de pruebas: ¿son los científicos realmente responsables de millones de muertes por COVID-19?

Un informe del Congreso de EE. UU. revela una verdad incómoda para los gobiernos.

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Una investigación de dos años permitió al Congreso de EE. UU. llegar a conclusiones que reavivan la hipótesis del origen de laboratorio del COVID-19. El Comité Especial sobre la Pandemia preparó un informe de 557 páginas que afirma: "El peso de las pruebas recopiladas apunta cada vez más a una fuga de laboratorio".

Según los documentos, el Instituto de Virología de Wuhan empleó métodos de "ganancia de función" en sus investigaciones. Estas manipulaciones genéticas permiten que los virus sean más contagiosos o resistentes. Los científicos crearon patógenos quiméricos —una mezcla de material genético de distintos virus— y utilizaron técnicas de clonación genética inversa.

Además, el informe señala que en algunas etapas de las investigaciones se emplearon métodos que violan los protocolos internacionales de seguridad.

La percepción pública sobre la hipótesis de la fuga de laboratorio ha cambiado significativamente en los últimos años. En 2021, esta teoría era considerada poco creíble, y algunos medios la calificaban como una "teoría conspirativa racista". Hoy en día, cuenta con un apoyo creciente entre científicos, editores de revistas científicas y políticos, aunque todavía no ha generado un debate amplio ni consecuencias para China. Un factor adicional que refuerza la atención hacia esta teoría es la aparición de pruebas que sugieren que los primeros casos de infección por coronavirus se registraron antes de las fechas oficialmente reconocidas.

El informe también dedicó atención a cómo la pandemia provocó un pánico masivo. En general, durante las crisis, los gobiernos intentan reducir el miedo en la sociedad para mantener el orden. Sin embargo, en el caso del COVID-19, el pánico parece haber emanado de las altas esferas. Esto podría explicarse por el hecho de que las autoridades eran conscientes de su posible participación en la financiación de las investigaciones que llevaron a la fuga del virus. Por ejemplo, algunos proyectos en el Instituto de Wuhan fueron financiados parcialmente a través de subvenciones internacionales. Además, la reacción del gobierno en las etapas iniciales de la pandemia fue extremadamente contradictoria: el cierre de fronteras se retrasó y las medidas de protección se aplicaron de manera selectiva.

La investigación del Departamento de Justicia de EE. UU., según los autores del informe, avanza muy lentamente. Se sospecha que las estructuras estadounidenses también pudieron haber participado en la financiación de investigaciones dirigidas a la ganancia de función en virus. Si esto se confirma, la reputación de las instituciones científicas y gubernamentales podría verse gravemente afectada.

Los críticos señalan la falta de transparencia en la asignación de fondos presupuestarios destinados al estudio de los coronavirus.

Los medios de comunicación también desempeñaron un papel importante en la formación de la opinión pública sobre el origen del COVID-19. Por ejemplo, The New York Times desacreditó activamente la hipótesis de la fuga de laboratorio. Más tarde se reveló que el medio tenía vínculos financieros con China.

Por su parte, China sigue bloqueando cualquier intento de realizar investigaciones independientes relacionadas con el origen del virus. Esto complica especialmente el trabajo de los científicos, ya que muchos proyectos internacionales modernos dependen de la financiación y la colaboración con este país.

La pandemia, en general, ha socavado la confianza en las comunidades científicas y de expertos. El analista Nate Silver señala que, en lugar de un triunfo de la ciencia, el mundo se enfrentó al peor escenario: restricciones prolongadas, cierre de escuelas y millones de muertes. Y todo ello debido, posiblemente, a errores científicos que podrían haberse evitado. El informe pone especial énfasis en cómo la falta de comunicación entre las estructuras gubernamentales y la comunidad científica dificultó la toma de decisiones oportunas.

A pesar de los nuevos datos y el creciente apoyo a la hipótesis de la fuga de laboratorio, los cambios reales aún no se han producido. La responsabilidad por la pandemia sigue siendo difusa, y la cuestión de cómo prevenir futuras crisis permanece sin resolver.

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