Los habitantes del mar inspiran a los médicos a transformar la administración de terapias.
Un equipo científico liderado por Giovanni Traverso del Instituto Tecnológico de Massachusetts ha desarrollado un método completamente nuevo para administrar medicamentos. La clave de este avance proviene de los cefalópodos marinos.
Los investigadores estudiaron a fondo el mecanismo de movimiento y defensa de estos animales. Los calamares se desplazan rápidamente en el agua mediante un principio de propulsión a chorro: llenan su cavidad del manto con agua y luego la expulsan con fuerza a través de un sifón. Además, para protegerse y desorientar a los depredadores, liberan una nube de tinta, una habilidad que captó la atención de los desarrolladores.
La cápsula innovadora, del tamaño de un arándano, permite administrar medicamentos directamente en las paredes del estómago u otros órganos del sistema digestivo sin necesidad de agujas. Su funcionamiento tan ingenioso podría ser un salvavidas para millones de pacientes con fobia a las inyecciones.
El principio de acción de la cápsula se basa en dos tecnologías clave: el uso de dióxido de carbono comprimido o resortes fuertemente enrollados. Un disparador especial hecho de carbohidratos se disuelve a un nivel específico de acidez o humedad, liberando energía acumulada. Como resultado, el medicamento se inyecta a alta presión en la capa submucosa del tracto digestivo.
Los ingenieros diseñaron dos versiones de la cápsula con características únicas. La primera, con base plana y cúpula alta, se fija en una superficie, como la pared del estómago, y administra el medicamento en dirección vertical. La segunda, de forma tubular, puede orientarse en órganos alargados, como el esófago o el intestino delgado, entregando el medicamento en la pared lateral.
El proyecto fue desarrollado por un equipo internacional de investigadores de MIT, el hospital Brigham and Women's, y la farmacéutica Novo Nordisk. Los autores principales del estudio son Graham Arrick, junto con los investigadores Drago Sticter y Agiad Ghazal.
Esta tecnología permitirá administrar moléculas grandes que anteriormente no podían ser suministradas de forma oral. Hablamos de compuestos complejos como insulina, anticuerpos, moléculas de ARN y otros tratamientos terapéuticos.
Los ensayos experimentales arrojaron resultados impresionantes. Los científicos probaron la cápsula para administrar insulina, medicamentos para tratar la diabetes similares a Ozempic, e incluso ARN pequeño interferente. Las concentraciones de estas sustancias en la sangre de los animales de prueba fueron casi idénticas a las obtenidas mediante inyecciones convencionales.
Una de las mayores ventajas del nuevo método es su seguridad total. Los investigadores no detectaron daños en los tejidos. Además, la cápsula, hecha de metal y plástico, se elimina de forma natural del organismo tras su uso.
También resulta económicamente viable. La tecnología reduce los costos de eliminación de residuos médicos y simplifica el procedimiento para la administración autónoma de medicamentos.
El equipo científico ya ha adaptado el dispositivo para su uso en centros médicos. Existe una versión que puede ser incorporada a un endoscopio y utilizada directamente en quirófanos o salas de consulta.