Cables inteligentes contra saboteadores: un nuevo sistema de protección para el internet submarino

Cables inteligentes contra saboteadores: un nuevo sistema de protección para el internet submarino

El cable de fibra óptica ahora puede detectar amenazas por sí mismo.

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En los últimos meses se han multiplicado los casos de daños a los cables de telecomunicaciones en el mar Báltico, a través de los cuales circulan enormes volúmenes de tráfico de Internet entre países. La situación es tan grave que la OTAN ha lanzado la operación especial “Baltic Sentry”: buques de guerra, aviones y drones patrullan la zona en busca de posibles saboteadores. La Unión Europea también está reforzando las medidas de protección de la infraestructura submarina.

Sin embargo, los patrullajes militares no pueden garantizar vigilancia las 24 horas sobre miles de kilómetros de rutas de cable. Por eso, la compañía alemana AP Sensing ha propuesto una solución completamente nueva: un sistema que convierte las propias líneas de fibra óptica en enormes sensores, capaces de detectar cualquier intervención.

La base de esta tecnología se encuentra en las propiedades únicas de las líneas de fibra óptica. Al transmitir la información, parte del haz de luz se refleja de forma natural en dirección contraria. La más mínima influencia externa —contacto mecánico, vibraciones o cambios de temperatura— altera los parámetros de estas reflexiones. A lo largo de la ruta, cada 100 kilómetros, se instalan sensores que registran y analizan cualquier cambio en la señal.

El sistema inteligente procesa los datos obtenidos y genera una imagen precisa de lo que ocurre. Cada tipo de influencia crea una firma única en los monitores: el movimiento de un buque, las maniobras de un dron submarino o la actividad de un buzo se muestran de manera diferente. Al detectar actividad sospechosa, la automatización envía de inmediato una señal de alarma al servicio de seguridad.

Las pruebas a gran escala han confirmado la altísima sensibilidad de la tecnología. Durante ensayos en el Mar del Norte, un buzo se acercó al cable tendido en el fondo y apenas lo rozó con la mano: el sistema registró la intrusión al instante. La empresa también comprobó la capacidad del sistema para detectar barcos, drones submarinos y motos acuáticas.

En los experimentos en tierra, los resultados fueron igualmente impresionantes. Un cable enterrado registraba cada paso de una persona que cruzaba la zona, y un disparo de rifle creaba en la gráfica un punto brillante característico. En el mar, el sistema no solo detecta la presencia de un buque sobre el cable, sino también su tamaño aproximado, ubicación y dirección de movimiento. Estos datos se comparan con imágenes de satélite y señales del sistema de identificación automática (AIS) de los barcos.

Lo bueno es que para implementar la idea puede utilizarse la infraestructura existente. Basta con emplear una fibra de reserva del cable: los especialistas llaman “oscuras” a esas líneas no utilizadas por las que no se transmite información. Sin embargo, la solución tiene una limitación: solo puede rastrear actividad en un radio de unos pocos cientos de metros.

La empresa neerlandesa Optics11 propone un enfoque alternativo. Sus ingenieros están desarrollando sistemas de perímetros de seguridad alrededor de objetos estratégicos. La idea es crear un anillo protector de cables sensores a unos 100 kilómetros de distancia de puertos, oleoductos y nodos de comunicación que se quieran proteger. Así se podría detectar la aproximación de posibles intrusos mucho antes de que lleguen a la infraestructura crítica. En breve comenzarán las pruebas de esta tecnología en las aguas del mar Báltico.

Las redes submarinas modernas ya cuentan con una protección muy sólida: las fibras ópticas están dentro de recubrimientos metálicos soldados y reforzadas con trenzas de acero. En zonas con tráfico marítimo intenso y pesca, se utiliza un doble blindaje. No obstante, ni siquiera esta coraza puede resistir un ataque intencionado con, por ejemplo, un ancla pesada.

Según la consultora TeleGeography, cada año se producen entre 100 y 200 daños en cables submarinos, y esta cifra se mantiene estable a pesar del constante aumento del número de líneas. Gracias al múltiple respaldo de las redes, los usuarios rara vez notan caídas: si se daña un cable, el tráfico se redirige automáticamente por otras rutas.

Los expertos consideran que la eficacia de los nuevos sistemas de monitorización dependerá de la rapidez de respuesta de los servicios de seguridad. Incluso el sistema de detección más avanzado resulta inútil si la guardia costera o los patrullajes militares no llegan a tiempo al lugar de los hechos para detener a los infractores.

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