Sala 641A: cómo un ingeniero de AT&T reveló el sistema de vigilancia masiva

Sala 641A: cómo un ingeniero de AT&T reveló el sistema de vigilancia masiva

La historia del ingeniero que, sin querer, creó la máquina del control total.

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En 2006, un hombre mayor llamó a la puerta de la organización de derechos digitales Electronic Frontier Foundation (EFF) en San Francisco. Traía consigo documentación técnica que revelaba el programa de vigilancia interna más grande contra ciudadanos estadounidenses desde el escándalo de Watergate. Ese hombre era Mark Klein, un exingeniero de AT&T que, en 2003, ayudó a instalar equipos para interceptar el tráfico de Internet en Estados Unidos.

Mark Klein trabajó en el sector de las telecomunicaciones durante más de 25 años. A principios de la década de 2000, trabajaba en la oficina de AT&T en San Francisco, donde mantenía las líneas de comunicación troncales. Un día, la dirección le dio una tarea inusual: instalar divisores en las líneas de fibra óptica y conectarlos a un equipo en una sala cerrada conocida como Room 641A. Más tarde, Klein descubrió que el cliente del proyecto era la NSA. Los divisores permitían copiar todo el tráfico de Internet que pasaba por el nodo de AT&T y transferirlo en tiempo real a los servicios de inteligencia.

Sala secreta 641A en la instalación de AT&T en San Francisco (EFF)

Los ingenieros de AT&T notaron una peculiaridad en la operación de la NSA: los empleados sindicalizados no eran admitidos en la Room 641A. Sin embargo, en un momento, los especialistas técnicos de la agencia encontraron dificultades para instalar el equipo y llamaron a Klein para ayudar. Fue entonces cuando comprendió que estaba contribuyendo a la creación de un mecanismo que permitiría vigilar a millones de estadounidenses. Guardó los esquemas y documentos de trabajo, pero al principio no supo qué hacer con ellos.

En 2005, The New York Times publicó un artículo revelando que la administración de George W. Bush, tras los atentados del 11 de septiembre, había autorizado una vigilancia masiva de los ciudadanos sin órdenes judiciales. Fue entonces cuando Klein se dio cuenta de que había sido parte del sistema y decidió hacer públicos los documentos. Se dirigió a un periódico que prometió una gran publicación, pero pronto se retractó. Otros medios también se negaron a asumir el riesgo.

Finalmente, Klein encontró apoyo en la EFF. La organización analizó los documentos y concluyó que las pruebas eran auténticas. Los defensores de los derechos civiles presentaron dos demandas: Hepting v. AT&T contra la empresa por cooperación ilegal con los servicios de inteligencia y Jewel v. NSA contra la propia NSA por violación de los derechos constitucionales de los ciudadanos. Ambos casos prometían ser escandalosos.

Pero las autoridades reaccionaron rápidamente. En 2008, el Congreso de EE. UU. modificó la legislación otorgando inmunidad a las empresas de telecomunicaciones por colaborar con la NSA. Esto puso fin al caso Hepting v. AT&T. La segunda demanda fue desestimada porque el tribunal consideró que los demandantes no pudieron demostrar que sus datos específicos habían sido interceptados por la NSA. Dado que la agencia no estaba obligada a revelar los detalles de la vigilancia, el litigio quedó en punto muerto.

Klein se sintió decepcionado, pero no vencido. Creía que, si presentaba pruebas irrefutables, el gobierno se vería obligado a reaccionar. Sin embargo, la realidad fue diferente. Para contar su historia, Klein escribió el libro Wiring Up The Big Brother Machine And Fighting It, en el que describió en detalle el mecanismo de interceptación masiva de datos.

Tras las filtraciones de Edward Snowden en 2013, Klein volvió a ser el centro de atención. Fue invitado a entrevistas en las que explicó los aspectos técnicos del sistema de la NSA y sus implicaciones para la sociedad. Continuó criticando la vigilancia estatal, creyendo que su alcance solo estaba aumentando.

El 8 de marzo de 2024, Mark Klein falleció en su casa en Oakland, California, tras una larga lucha contra el cáncer. Hasta el final de su vida lamentó no haber logrado justicia, pero su contribución a la revelación de la vigilancia masiva fue invaluable. La EFF destacó que su acción fue un verdadero acto de valentía cívica que debe ser recordado.

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