6000 años de fumar: cómo un mal hábito cambió los esqueletos europeos

6000 años de fumar: cómo un mal hábito cambió los esqueletos europeos

Investigadores encontraron rastros de tabaco en restos humanos del siglo XII.

image

Arqueólogos británicos descubrieron un hecho interesante: el tabaco deja huellas en los huesos de los fumadores que se conservan no solo durante toda su vida, sino también durante siglos después de su muerte. Se estudiaron los restos de personas enterradas en el Reino Unido entre los siglos XII y XIX.

En la historia de la humanidad, el consumo de tabaco comenzó hace unos 5000-6000 años en América, donde los pueblos indígenas lo utilizaban en ceremonias religiosas y con fines medicinales. La difusión masiva del tabaco comenzó tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, cuando los marineros europeos se familiarizaron con esta planta y llevaron sus semillas a Europa. Para el siglo XVI, el tabaco se había popularizado en toda Europa y luego se extendió a Asia y África gracias a las rutas comerciales, siendo inicialmente considerado una planta medicinal e incluso llamada "hierba sagrada", con la creencia de que podía curar diversas enfermedades.

Hasta ahora, los arqueólogos, al determinar si una persona era fumadora, solo podían confiar en el estado de los dientes de los antiguos habitantes, buscando manchas características y signos de desgaste provocados por el uso de pipas. Sin embargo, este método a menudo resultaba inútil cuando los dientes no se conservaban o estaban ausentes.

Ahora, el equipo analizó 323 muestras de hueso cortical, la capa externa densa que proporciona resistencia al esqueleto. En la muestra se incluyeron tantos huesos de personas conocidas por su afición al tabaco como de aquellos sobre quienes no había datos de tales hábitos perjudiciales.

Aplicando el método de espectrometría de masas para analizar la composición molecular de los huesos, los científicos descubrieron 45 marcadores moleculares únicos que permiten identificar a personas con hábitos perjudiciales. Es decir, el tabaco afecta tanto al metabolismo del tejido óseo que sus huellas permanecen incluso siglos después de la muerte.

Este descubrimiento es particularmente valioso en el contexto del estudio de enfermedades del sistema musculoesquelético y problemas dentales. Si bien el impacto del tabaco en los tejidos blandos y los órganos (incluyendo un mayor riesgo de cáncer de pulmón, vejiga y garganta, así como de accidentes cerebrovasculares y enfermedades coronarias) está bien documentado, su efecto sobre el sistema óseo hasta ahora había quedado en la sombra.

Sin embargo, a medida que avanzan las investigaciones, se hace evidente la relación entre el tabaquismo y diversas patologías óseas, incluyendo la baja densidad ósea, un mayor riesgo de fracturas y la periodontitis.

No esperes a que los hackers te ataquen: ¡suscríbete a nuestro canal y conviértete en una fortaleza impenetrable!

Suscribirse