Un backdoor chino "duerme" en los sistemas gubernamentales de EE. UU., listo para sembrar el caos en cualquier momento.
Hackers chinos tuvieron acceso durante varios meses al sistema de correo del Comité Nacional Republicano de EE. UU. antes de que la intrusión fuera detectada. Según The Wall Street Journal, Microsoft alertó a los republicanos a principios de julio de 2024 sobre el ataque, ocurrido poco antes de la convención nacional del partido.
Los expertos creen que los espías buscaban información sobre cómo los republicanos abordarían la cuestión de Taiwán si regresaban al poder. Al parecer, los documentos del partido no contenían ninguna mención a la isla, lo que podría haber despertado el interés de la inteligencia china. En su programa de 2016, el Partido Republicano apoyaba un acuerdo de libre comercio con Taiwán, pero esta cláusula no apareció en la nueva versión.
Según WSJ, los políticos fueron informados del ataque solo unos días antes del atentado contra Donald Trump, pero decidieron no contactar al FBI por temor a filtraciones en la prensa. En el mismo período, el gobierno de EE. UU. advirtió sobre ciberataques chinos contra infraestructuras críticas del país, incluyendo sistemas de abastecimiento de agua, energía y telecomunicaciones. Los expertos creen que, en caso de un conflicto sobre Taiwán, Pekín podría activar el malware insertado, desencadenando el caos dentro de EE. UU.
Un mes antes, ocurrió un incidente similar con el correo electrónico de la campaña de Trump: hackers iraníes robaron correspondencia y la filtraron a los medios.
El FBI se negó a hacer comentarios al respecto, mientras que Microsoft y el Partido Republicano aún no han respondido a las consultas de los periodistas. Tampoco está claro si estos ataques están relacionados con el grupo Salt Typhoon, que anteriormente hackeó redes de telecomunicaciones en EE. UU., obteniendo acceso a escuchas telefónicas, mensajes de texto y otros datos confidenciales.
Según la información disponible, entre las posibles víctimas del ataque estarían Donald Trump y su vicepresidente, J.D. Vance.