Detectives y filtraciones de datos ayudaron a la empresa a ganar en los tribunales.
El FBI está investigando la actividad de un consultor de Exxon Mobil que supuestamente participó en la organización de una serie de ciberataques contra ecoactivistas y críticos de la compañía petrolera. Así lo informaron fuentes familiarizadas con el caso.
Las operaciones comenzaron a finales de 2015. Los nombres de los objetivos de los ataques fueron entregados al detective privado israelí Amit Forlit a través de la consultora DCI Group, que en ese momento trabajaba con Exxon. El detective encargó los hackeos a hackers contratados que obtuvieron acceso a más de 500 correos electrónicos de activistas, así como a documentos relacionados con demandas ambientales.
La información robada se utilizó para publicar materiales que desacreditaban a los ecologistas. Los datos también jugaron un papel clave en la defensa contra demandas judiciales contra Exxon, relacionadas con acusaciones de encubrimiento del impacto del cambio climático en el negocio de la empresa.
DCI Group, que trabajaba con Exxon, gestionó la difusión de los materiales robados, incluida su entrega a los medios de comunicación. La operación, con nombre en clave «Fox Hunt», estaba destinada a presentar a Exxon como una víctima de persecución política.
Según la investigación, los documentos robados ayudaron a la compañía petrolera a defenderse en los tribunales. Por ejemplo, en el caso contra el fiscal general de Nueva York, la empresa se refirió a un memorando obtenido mediante hackeo para acusar al fiscal de llevar a cabo una campaña políticamente motivada contra Exxon.
El memorando fue elaborado durante una reunión en la oficina de la Fundación Rockefeller, donde se discutieron estrategias de organizaciones ambientales para desacreditar a Exxon. En el documento se hablaba de planes para mostrar públicamente que Exxon era una organización corrupta y dañar su reputación como actor político.
Los abogados de la compañía argumentaron que el fiscal de Nueva York estaba confabulado con los activistas y actuaba deliberadamente contra Exxon para lograr sus objetivos políticos comunes. Los argumentos de la empresa jugaron un papel importante en la decisión del tribunal, que finalmente determinó que no se presentaron pruebas de fraude por parte de Exxon, y la demanda fue desestimada.
En el marco del caso, un tribunal británico está considerando una solicitud de extradición del detective israelí. Se señala que un antiguo colega de Forlit ya ha admitido su culpabilidad en acusaciones de fraude y actividades de hackeo.
Muchos ecoactivistas afirman que los hackeos complicaron significativamente la preparación de demandas contra grandes empresas energéticas. Por ejemplo, los abogados que desarrollaban estrategias legales enfrentaron filtraciones que frustraron sus planes. Los documentos obtenidos mediante hackeo todavía se utilizan en litigios, y son citados por defensores de la industria energética para desacreditar a los activistas y sus reclamos legales.
Exxon declaró que no tiene relación con los ataques de hackers y calificó las acusaciones como «teorías conspirativas». DCI Group informó que todos los empleados de la empresa están obligados a cumplir con la ley. La investigación continúa, pero aún no está claro si Exxon es objeto de una investigación oficial. Mientras tanto, los activistas afirman que las filtraciones han asestado un golpe grave a la comunidad ambiental y su lucha por la justicia climática.