Los informes sobre la magnitud real de los daños se mantienen en la más estricta confidencialidad.
Dos meses atrás, los sistemas de Transport for London (TfL) fueron víctimas de un ciberataque, y hasta ahora los londinenses siguen enfrentándose a las consecuencias de este incidente. A pesar de que los sistemas de transporte, como el metro y los autobuses, continuaron operando sin interrupciones, los procesos internos de la compañía se vieron gravemente afectados. Los directivos de TfL admiten que tras bambalinas reina el "caos total", ya que los empleados están obligados a resolver una gran cantidad de problemas relacionados con el incidente.
El mayor golpe fue para los titulares de tarjetas de transporte con descuento, creadas para apoyar a los residentes de bajos ingresos. Más de un millón de personas se vieron afectadas por las interrupciones en el sistema de descuentos, lo que obligó a muchos a pagar más de lo debido al transporte. Cientos de miles de londinenses enfrentan dificultades financieras: una de las personas afectadas comentó que tiene que ahorrar incluso en comida debido a los gastos adicionales en transporte.
TfL intenta convencer al público de que la situación está bajo control, presentando su respuesta al incidente como "gestionada". Sin embargo, la información sobre las consecuencias reales del ciberataque se controla estrictamente, y ni siquiera los políticos de la ciudad responsables de supervisar TfL conocen en profundidad la magnitud del problema. Esto aumenta la preocupación entre el público, especialmente ante la información limitada.
La investigación de London Centric reveló que tras el primer ciberataque hubo otra ola de intentos de hackeo a los sistemas de TfL. Los hackers intentaron aprovecharse de las vulnerabilidades de la infraestructura crítica de Londres, agravando la situación. Sin embargo, la policía aún no está buscando nuevos sospechosos, limitándose al arresto de un adolescente de 17 años, detenido poco después del ataque en Walsall, cerca de Birmingham.
Expertos en ciberseguridad señalan que el software de TfL podría estar obsoleto; algunos sistemas públicos aún utilizan versiones extremadamente antiguas de navegadores, como Internet Explorer 6, lo que los hace vulnerables a los ciberataques. Esto provoca preocupación, especialmente dado el aumento en la frecuencia de los intentos de hackeo.
Este verano, la oficina del alcalde Sadiq Khan y el gobierno metropolitano de Londres transfirieron sus servicios de TI a TfL, lo que agravó las consecuencias del ciberataque al ralentizar el funcionamiento de las entidades gubernamentales. Muchos servicios municipales ahora dependen de la restauración de la infraestructura de TI de TfL, lo que crea dificultades adicionales para la administración y los residentes.
Además, se pidió a los adolescentes con derecho a transporte gratuito que registraran todos sus desplazamientos para posteriormente reclamar compensación a TfL. Esto los convierte prácticamente en acreedores, proporcionando "préstamos" sin intereses a la empresa de transporte por millones de libras. Las pequeñas empresas también se vieron afectadas por los retrasos en los pagos de TfL, lo que solo intensifica la percepción negativa de la situación.
Se espera que muchos londinenses que pagaron de más por el transporte nunca recuperen su dinero. Los suscriptores de Santander Cycles también se encontraron en una situación difícil: recibieron grandes multas debido a errores en el sistema y perdieron la posibilidad de recuperar fondos o utilizar sus cuentas para alquilar bicicletas. Todo esto aumenta el descontento público y plantea dudas sobre las medidas de seguridad adicionales que TfL planea tomar.