El fin de la ciencia aburrida: por qué los científicos deberían aprender a hacer chistes

El fin de la ciencia aburrida: por qué los científicos deberían aprender a hacer chistes

¿El humor aumenta la confianza en la investigación en un 70 %?

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Durante mucho tiempo se ha considerado que el humor no tenía cabida en la comunicación científica. Los investigadores evitaban un tono ligero y desenfadado en sus discursos por miedo a comprometer su credibilidad y la confianza en sus hallazgos. Sin embargo, nuevos datos de la Universidad de Georgia desafían esta idea arraigada.

La doctoranda del Colegio de Comunicación Masiva Grady, Alexandra Lynn Frank, ha demostrado que el humor adecuado no solo genera simpatía hacia el ponente, sino que también refuerza la confianza del público en el contenido del mensaje científico.

Los investigadores analizaron la efectividad de dos tipos de humor: la antropomorfización y la sátira. La antropomorfización es un recurso estilístico en el que objetos inanimados, fenómenos o conceptos abstractos adquieren características humanas. Por ejemplo, se puede describir un algoritmo como un chef preparando un complicado platillo de datos.

Por otro lado, la sátira inspirada en el poeta romano Horacio se caracteriza por su tono amable y desenfadado. A diferencia de la crítica mordaz, emplea una ligera ironía para señalar fallos o absurdos sin resultar ofensiva.

Para el experimento, los científicos crearon en la red social X el perfil de un investigador ficticio, el Dr. Jamie Devon, supuestamente especializado en inteligencia artificial. Desde esta cuenta se publicaron caricaturas que explicaban conceptos complejos a través del humor.

Luego, los investigadores realizaron una extensa encuesta en línea con 2212 participantes, cuya composición reflejaba con precisión la demografía de Estados Unidos según el censo. Los encuestados no sabían la verdadera finalidad del estudio: se les informó simplemente que el cuestionario evaluaría la percepción del público sobre publicaciones científicas en redes sociales.

A cada voluntario se le mostró una de las ocho versiones de una discusión en X, en la que aparecía una caricatura sobre inteligencia artificial publicada por el Dr. Devon y los comentarios a su publicación. Las diferencias entre estas versiones radicaban en el tipo de humor utilizado: un post neutral (grupo de control), chistes con antropomorfización de conceptos, comentarios satíricos o una combinación de ambos estilos.

Después, se pidió a los participantes que evaluaran tres aspectos: qué tan acertados les parecían los chistes, cuánta simpatía les inspiraba el autor y si consideraban que la presentación de la información era digna de confianza.

Según Frank, los políticos, artistas y expertos en publicidad han comprendido desde hace tiempo el poder del humor en la comunicación con el público. Las ideas expresadas con una sonrisa generan menos rechazo y controversia, tanto hacia el mensaje como hacia su emisor. "Las bromas pueden ser una herramienta poderosa en manos de los científicos, pero solo si realmente son graciosas", subraya la autora del estudio.

Sin embargo, es fundamental encontrar el equilibrio: el humor debe ser genuinamente ingenioso y provocar una risa sincera. De lo contrario, el efecto puede ser contraproducente. El análisis reveló que las formas más agresivas de sátira suelen percibirse como hostiles y pueden socavar la credibilidad de la fuente de información.

Los hallazgos de este estudio son especialmente valiosos para diseñar estrategias de comunicación en la comunidad científica. Los expertos recomiendan evitar el sarcasmo y los ataques personales. En su lugar, sugieren recurrir a un humor amable, que facilite la conexión con la audiencia y haga más accesibles los conceptos complejos.

Este enfoque no solo crea un ambiente más acogedor, sino que también abre nuevas oportunidades para combatir la desinformación. La ironía suave y los chistes bien intencionados pueden desacreditar mitos sin generar confrontaciones directas. Además, una presentación ingeniosa del contenido científico despierta la curiosidad y motiva a las personas a profundizar en el conocimiento.

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