Revelaciones de Sam Altman sobre el futuro y la educación de los niños.
El mundo está dividido en opiniones sobre el futuro de la inteligencia artificial. Algunos predicen una vida paradisíaca con asistentes inteligentes para todos. Otros expresan su preocupación y advierten sobre una posible rebelión de las máquinas. Un tercer grupo cree que las capacidades de los sistemas actuales están exageradas. Pero hay algo en lo que todos coinciden: muy pronto, la inteligencia artificial revolucionará nuestra percepción de la vida y el trabajo.
¿Cómo enfrentar estos cambios preparados? Muchos aconsejan desarrollar cualidades inaccesibles para las máquinas: adaptabilidad, empatía y habilidades manuales. Sin embargo, el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, literalmente el padre de ChatGPT, tiene una perspectiva diferente.
En una conversación con Adam Grant en el pódcast Re:Thinking , Altman compartió reflexiones inesperadas sobre las habilidades que serán esenciales en el futuro. Está convencido de que la esencia misma de la economía cambiará, aunque no hay que temer un desempleo masivo: las personas siempre han encontrado nuevas ocupaciones, a pesar de los temores ante los avances tecnológicos.
Para el multimillonario, pensar en el futuro tiene un significado personal. Se está preparando para ser padre, y las reflexiones sobre cómo educar a las próximas generaciones lo ocupan tanto como su rol de líder en una compañía tecnológica. Altman es claro: sus hijos nunca superarán a la IA en inteligencia. Pero no ve un problema en ello.
"Las capacidades humanas no perderán valor, simplemente serán evaluadas por otros criterios, no por el poder intelectual", reflexiona Sam. Lo principal será la capacidad de hacer las preguntas correctas, no buscar respuestas listas. Y no se trata del arte de interactuar con redes neuronales: las técnicas para escribir prompts que funcionaban en 2023 ya están obsoletas o pronto lo estarán.
Adam Grant intentó desarrollar la idea de su invitado: en el pasado, el éxito se definía por la cantidad de conocimientos que se tenía en mente. Ahora, lo importante es la capacidad de conectar hechos dispersos y encontrar patrones donde otros no los ven. Altman estuvo de acuerdo y recordó un episodio del pasado.
En sus años escolares, los maestros libraron una feroz batalla contra Google. Temían que, con la facilidad para acceder a la información, los niños dejaran de pensar por sí mismos, memorizar o desarrollarse. Ocurrió lo contrario: Internet abrió el camino hacia tareas más complejas e interesantes, nuevas formas de aprendizaje y profesiones. Es probable que la historia se repita con la inteligencia artificial.
Sin embargo, al observar los debates actuales en la sociedad, es difícil mantener el optimismo del director de OpenAI. Con solo pasar unos minutos en Twitter/X, uno puede notar que Internet no ha hecho nuestra comunicación más profunda o significativa. Aunque hay que reconocerlo: la IA ya está ayudando a realizar descubrimientos científicos importantes, aunque el progreso social todavía es más complicado.
También hay defensores de la "vieja escuela". Recuerdan que es difícil buscar conexiones entre hechos que apenas se recuerdan y que requieren verificaciones constantes. Pero Altman tiene razón en algo fundamental: competir con las máquinas en la memorización de datos es inútil. En cambio, los humanos tenemos la capacidad de mirar las cosas familiares con una perspectiva fresca y encontrar patrones inesperados. Las investigaciones lo confirman: en un experimento, incluso niños de cuatro años superaron a la IA en pensamiento creativo.
En esencia, se trata de creatividad, la capacidad de reinterpretar hechos conocidos de nuevas maneras. En este campo, las máquinas todavía están rezagadas con respecto a los humanos. Por lo tanto, al desarrollar nuestra creatividad, nos preparamos para un futuro en el que trabajaremos codo a codo con los robots.