El ojo celeste observa la Tierra desde una distancia de 76 millones de años luz.
El telescopio espacial Hubble ha capturado una sorprendente imagen de la galaxia espiral NGC 2566, situada en la constelación de Puppis, a 76 millones de años luz de la Tierra. Desde nuestra perspectiva, la galaxia se asemeja a un gigantesco ojo cósmico: su disco inclinado adquiere una forma almendrada, atravesado por una masiva barra de estrellas, de cuyos extremos emergen brazos espirales.
Las observaciones de NGC 2566 forman parte de un amplio estudio de cúmulos estelares y regiones de formación estelar. Los datos sobre estrellas jóvenes, de tan solo unos pocos millones de años, son especialmente valiosos. Gracias a la sensibilidad del Hubble a la radiación ultravioleta y visible, los astrónomos pueden analizar estos objetos con gran detalle.
Con esta información, los investigadores pueden determinar la edad de las estrellas en la galaxia NGC 2566 y reconstruir la cronología de su formación estelar. También estudian los procesos de intercambio de gas entre las nubes donde nacen las estrellas y las ya formadas.
En el estudio de NGC 2566 no solo participa el telescopio Hubble, sino también el telescopio espacial James Webb, desarrollado en colaboración entre la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Canadiense. El Webb complementa las observaciones del Hubble al captar radiación infrarroja, lo que permite identificar con mayor precisión regiones de polvo cósmico cálido y brillante.
El enfoque integral de este estudio se completa con la participación del observatorio terrestre ALMA, ubicado en el desierto de Atacama y compuesto por 66 telescopios. ALMA detecta emisiones de onda larga y crea imágenes detalladas de las nubes de gas y polvo donde se forman nuevas estrellas.
La combinación de los datos de estas tres observatorios permite a los astrónomos construir una imagen completa del ciclo de vida de las estrellas en el universo, desde su nacimiento hasta su extinción.