Teorías científicas obsoletas rompen destinos: el drama de la justicia en Estados Unidos

Teorías científicas obsoletas rompen destinos: el drama de la justicia en Estados Unidos

¿Por qué los inocentes esperan décadas por una exoneración?

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En las últimas semanas , la comunidad científica de los Estados Unidos se ha enfrentado a serios desafíos en la práctica judicial. El evento más destacado ha sido el aplazamiento de la ejecución de la sentencia de muerte de Robert Robertson, después de que todas las instancias, salvo los tribunales superiores de Texas y de los Estados Unidos, reconocieran la falsedad de la teoría médica sobre el síndrome del bebé sacudido, utilizada como base de la acusación.

Paralelamente, se está revisando el caso de los hermanos Lyle y Erik Mendez, quienes recibieron cadena perpetua por el asesinato de sus padres. Durante el proceso judicial, los hermanos afirmaron haber sufrido abuso por parte de sus padres en la infancia; sin embargo, en ese momento, los científicos aún no poseían suficiente conocimiento sobre cómo la violencia sufrida en la niñez afecta la psique y puede desencadenar conductas de respuesta en las víctimas.

El sistema judicial de los Estados Unidos enfrenta una contradicción fundamental entre los principios de justicia y los de la ciencia. Mientras que la justicia busca resolver los casos de manera oportuna y justa, la ciencia avanza gradualmente en el descubrimiento de la verdad. Como resultado, decisiones que alguna vez fueron consideradas justas pueden parecer absurdas hoy en día.

Por ejemplo, el síndrome del bebé sacudido (Shaken Baby Syndrome) es una teoría médica que sostiene que cierta combinación de lesiones en bebés, incluyendo hemorragia cerebral y retiniana, era prueba concluyente de que el niño había sido sacudido con fuerza excesiva. Basándose en esta teoría, cientos de personas fueron condenadas en Estados Unidos; sin embargo, investigaciones posteriores han demostrado que estas lesiones también pueden ser causadas por caídas y otras enfermedades.

Las ideas científicas sobre el síndrome empezaron a cambiar a inicios de la década de 2010. Incluso antes, los psicólogos ya habían establecido una conexión entre el abuso infantil y la tendencia hacia la agresión. Sin embargo, tanto Robertson como los hermanos Mendez aún intentan sin éxito conseguir la revisión de sus casos.

La historia conoce muchos casos similares. En 2004, en Texas, se ejecutó a Cameron Todd Willingham, acusado de provocar un incendio en su propia casa que ocasionó la muerte de su esposa e hijos. Para el momento de su ejecución, los métodos de peritaje que concluyeron en incendio intencional ya habían sido desacreditados por la ciencia. En otras palabras, no había pruebas concluyentes de que el incendio hubiese sido provocado.

En 2015, el FBI revisó la calidad de los análisis forenses en los que se identificaban criminales mediante el estudio de cabellos hallados en la escena del crimen bajo un microscopio, sin utilizar análisis de ADN. Los resultados fueron impactantes: en el 90% de los casos, los expertos cometieron errores en la atribución de los cabellos a personas específicas. Algo similar ocurrió con el análisis comparativo de balas, método que durante mucho tiempo fue usado para vincular una bala con un cartucho específico. La ciencia demostró que las bases estadísticas de este método eran insostenibles, y fue abandonado completamente.

La problemática de los peritajes poco confiables persiste hoy en día. Por ejemplo, los tribunales aún aceptan como evidencia los análisis de marcas de mordeduras, aunque incluso los especialistas en esta área a menudo no pueden asegurar con certeza si las marcas fueron dejadas por un ser humano o un animal. En los últimos años, los científicos también han empezado a cuestionar la fiabilidad de métodos tradicionales como la dactiloscopia y la balística, que anteriormente se consideraban casi infalibles. Estos nuevos datos científicos ponen en duda la justicia de muchas sentencias dictadas basándose en dichos peritajes.

La Constitución de Estados Unidos otorga especial importancia a la protección de los derechos de los ciudadanos en los procesos judiciales. Tanto así, que la disposición de debido proceso se incluyó en dos enmiendas: la Quinta y la Decimocuarta. Según estas enmiendas, el Estado no puede privar a una persona de su vida, libertad o propiedad sin un juicio justo basado en pruebas fidedignas.

En 1993, se dio un juicio emblemático: el caso Daubert contra la farmacéutica Merrell Dow. La Corte Suprema de los Estados Unidos tomó una decisión importante: los jueces deben actuar como “guardianes” que examinan cuidadosamente las pruebas científicas antes de admitirlas en los tribunales. Están obligados a rechazar métodos y teorías científicas poco fiables o cuestionables. Sin embargo, en la práctica, muchos jueces carecen del conocimiento científico necesario para realizar esta evaluación, lo que permite que se sigan usando peritajes y pruebas dudosas en los juicios.

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos publicó en 2009 un informe devastador sobre el estado de la ciencia forense. En 2016, el Consejo Presidencial de Ciencia y Tecnología evaluó varios métodos de identificación criminalística, y solo el análisis de ADN fue considerado confiable; la dactiloscopia apenas pasó la prueba.

El estado de Texas aprobó una ley que permite solicitar la revisión de casos si surgen nuevos datos científicos que no estaban disponibles durante el juicio. Sin embargo, en la práctica, la ley se aplica raramente. Robertson ha pasado veinte años en el corredor de la muerte, a pesar de los nuevos datos sobre el síndrome del bebé sacudido.

Una ley similar está vigente en California, permitiendo impugnar “pruebas falsas”, incluyendo peritajes que el propio experto ha desmentido o que han sido refutados por investigaciones científicas posteriores. Otros estados están siguiendo este ejemplo.

Los hermanos Mendez fueron condenados hace más de 28 años. Durante este tiempo, el entendimiento científico sobre la relación entre violencia, trauma y comportamiento agresivo ha cambiado significativamente, pero la revisión de su caso continúa retrasándose.

El sistema judicial estadounidense tradicionalmente busca garantizar a cada persona un juicio justo. Solamente así se puede asegurar el equilibrio entre justicia y verdad.

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