De conejillos de indias a dictadores - ¿quiénes somos realmente?
Este año se cumplen 50 años de la publicación del libro de Stanley Milgram "Obediencia a la autoridad", que describe uno de los experimentos más famosos de la historia de la psicología. Aunque ya ha pasado medio siglo, los resultados de esta investigación siguen siendo tan actuales y aterradores como entonces.
Stanley decidió averiguar hasta qué punto las personas están dispuestas a obedecer a las autoridades en contra de sus propios principios morales. Los voluntarios invitados creían que estaban ayudando a estudiar el efecto de los castigos físicos en la eficacia del aprendizaje. Algunos fueron seleccionados, supuestamente al azar, para desempeñar el papel de "maestro" (aunque en realidad todos los participantes eran objeto de estudio).
El "alumno" –un actor contratado para el experimento– se encontraba en una habitación contigua, atado a una silla y conectado a un dispositivo que supuestamente generaba descargas eléctricas. El maestro debía leer pares de palabras para que el alumno las memorizara, y por cada error, presionar un botón que enviaba una descarga al alumno. La tensión aumentaba gradualmente de 15 a 450 voltios.
Aunque en realidad no había electricidad, el alumno simulaba de forma experta una reacción a las descargas: desde un leve malestar hasta gritos de dolor, quejas sobre problemas cardíacos y, finalmente, un silencio aterrador en los niveles más altos de tensión. Cuando los maestros dudaban, el experimentador con bata blanca insistía en continuar con la prueba, utilizando frases preparadas de antemano.
Los resultados sorprendieron tanto a los científicos como al público: el 65% de los participantes alcanzaron el nivel máximo de tensión de 450 voltios, a pesar de que la persona al otro lado del cristal simulaba sufrir tormentos insoportables. Muchos continuaron incluso después de que el alumno dejara de mostrar signos de vida. Por supuesto, el experimento desató intensos debates sobre la ética de tales estudios.
A lo largo de los años, la investigación de Milgram ha sido objeto de críticas. Algunos científicos sugirieron que los participantes en realidad no creían en lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, un análisis reciente de los datos originales de Milgram refuta esta hipótesis.
Los psicólogos que revisaron los materiales del experimento confirmaron que la abrumadora mayoría de los sujetos realmente creían que las descargas eléctricas eran reales. Así lo indican las encuestas realizadas inmediatamente después del ensayo, así como los videos en los que se percibe claramente la gran tensión emocional de los participantes.
Además, otros estudios realizados en diferentes países del mundo hasta el día de hoy confirman las conclusiones de Milgram. Los científicos han desarrollado diferentes variaciones del experimento, adaptadas a las normas éticas de la ciencia actual. Por ejemplo, en una investigación, los participantes debían comentar negativamente sobre las acciones de aspirantes a un trabajo para que estos fallaran en la entrevista. En otro caso, debían castigar con una descarga eléctrica a los participantes de un concurso televisivo.
La conclusión siempre es la misma: una parte significativa de las personas está dispuesta a seguir las instrucciones de una figura de autoridad, incluso si eso causa sufrimiento a otros. Esta tendencia se observa en diferentes culturas y grupos sociales.
Según los psicólogos, uno de los mecanismos que permite a las personas cometer actos inmorales por orden es el traslado de la culpa. Los participantes del experimento a menudo justificaban sus acciones diciendo que "simplemente seguían órdenes", descargando así su responsabilidad sobre lo ocurrido.
Las investigaciones también han identificado factores que reducen la probabilidad de obediencia ciega. Por ejemplo, cuando se daba a los participantes la oportunidad de elegir por sí mismos la intensidad de la descarga, muy pocos elegían la máxima tensión. Además, la gente se negaba con más frecuencia a seguir las instrucciones del experimentador si había voluntarios "rebeldes" cerca que expresaban abiertamente su desacuerdo.
Hoy en día, los estudios sobre el fenómeno de la obediencia a la autoridad trascienden el campo de la psicología. Politólogos, sociólogos y filósofos analizan los mecanismos que debilitan las instituciones democráticas y fortalecen las tendencias totalitarias en la sociedad.
El experimento de Milgram sigue siendo un poderoso recordatorio de lo fácil que es que personas comunes se vean involucradas en actos que causan daño a otros bajo la influencia de una autoridad. Sin embargo, también señala posibles caminos para contrarrestar esta tendencia, a través del desarrollo del pensamiento crítico, la empatía y la responsabilidad ciudadana.