El líder del grupo se enfrenta a cadena perpetua por una serie de brutales ataques.
En Estados Unidos, se ha dictado sentencia condenatoria contra el líder de un grupo criminal que llevó a cabo brutales ataques contra tenedores de criptomonedas. Remi Saint-Félix, de 24 años, de West Palm Beach, ha sido declarado culpable de nueve cargos, incluyendo conspiración, secuestro, robo y fraude.
La banda de Saint-Félix operó desde septiembre de 2022 hasta julio de 2023, realizando asaltos armados a las casas de víctimas adineradas con el objetivo de robar activos criptográficos. El monto total robado se estima en cientos de millones de dólares.
Uno de los incidentes ocurrió en abril de 2023 en Durham, Carolina del Norte. Los criminales, disfrazados de trabajadores de la construcción, irrumpieron en la casa de una pareja de ancianos. Amenazando con armas y usando violencia, obligaron al marido a instalar un programa de acceso remoto en la computadora de la casa. Con la ayuda de un cómplice, los delincuentes transfirieron más de 150,000 dólares en criptomonedas desde la cuenta de la víctima en Coinbase.
El grupo criminal llevó a cabo ataques similares en varios estados, incluyendo Nueva York, Florida y Texas. Los delincuentes se caracterizaban por su particular crueldad, amenazando a las víctimas con tortura y violación.
Para lavar los fondos robados, utilizaban criptomonedas anónimas y plataformas sin verificación de identidad del cliente. Saint-Félix fue arrestado en julio de 2023 mientras preparaba otro ataque en Nueva York.
Representantes del Departamento de Justicia de EE.UU. señalaron que, a pesar de los intentos de los criminales de ocultar sus huellas mediante comunicaciones encriptadas y transacciones anónimas, las fuerzas del orden lograron rastrearlos y llevarlos ante la justicia.
La sentencia dictada es una de más de diez condenas en este caso. Saint-Félix se enfrenta a una pena mínima de 7 años de prisión, mientras que la máxima es cadena perpetua. La sentencia final se dictará el 11 de septiembre de este año.
Este caso demuestra la creciente amenaza de grupos criminales que apuntan a los propietarios de criptomonedas. Sin tener las habilidades y conocimientos suficientes para cometer fraude «digitalmente», no dudan en usar fuerza física bruta y recurrir a métodos crueles de intimidación para lograr sus objetivos.